Las nuevas generaciones piden a gritos nuevas formas de comunicación con las empresas e instituciones. Desde los canales a los formatos tradicionales –la televisión es consumida mayoritariamente por los mayores de 35 años– las marcas necesitan replantear sus estrategias de comunicación para llegar a una generación, la llamada ‘Z’ y ‘millenials’, que pasan la mitad de su tiempo, siguiendo con este mismo ejemplo, viendo películas y series en un dispositivo que no es la televisión, según los últimos estudios sobre el tema.

Los más jóvenes muestran una tendencia clara hacia la expresión de sus opiniones de forma libre hacia su entorno, y así también esperan que lo hagan las propias marcas (me vienen a la mente multitud de ejemplos de empresas que han gestionado sus canales en las redes sociales, cuanto menos, de forma azarosa). La relación de las empresas con los jóvenes ha de ser bidireccional para lograr su fidelización y engagement y, por tanto, resulta crucial llegar a ellos a través de nuevos códigos y formatos.

Estamos hablando de una combinación de las técnicas tradicionales de márketing y de comunicación necesarias para llegar a públicos objetivo mayores de 35 años, con  estrategias orientadas a mostrar el lado más humano y transparente de la empresa, dirigidas a los más jóvenes, pues todos los informes apuntan a las redes sociales como una fuente de información más creíble que la publicidad.

Si la comunicación evoluciona, ¿no debería hacerlo también la formación de los que se dedican a ello?

¿Están las empresas preparadas para afrontar este cambio?

Por suerte, son muchas las empresas las que ya están dando respuesta a las nuevas demandas sociales. El sector de la comunicación, que avanza a gran velocidad, pide que sus profesionales comprendan y se formen en nuevas habilidades, enfoques y tácticas que están por venir. Lo cierto es que, a día de hoy, el sector está saturado de perfiles básicos y tradicionales que carecen de un perfil capaz de crear estrategias más globales y dirigidas a llegar con éxito a estos nuevos públicos objetivo.

Es comentado entre los recién titulados de las tradicionales Publicidad y Relaciones Públicas, Periodismo o Comunicación Audiovisual la escasa apuesta por materias realmente transversales y de conocimientos que den un salto hacia el manejo de la tecnología y del desarrollo creativo y artístico. Como resultado, el alumno debe “ponerse las pilas” con formación no reglada una vez inmiscuido en el mercado laboral (si no antes, para tratar de destacar entre el resto de profesionales).

¿No tendría más sentido, entonces, que las universidades ofrecieran titulaciones de grado que ya dieran respuesta a esta demanda laboral?

En este sentido, me ha llamado la atención la apuesta que está haciendo la Universidad Camilo José Cela, que, consciente del cambio, apuesta por un Grado de Comunicación, que unifica los conocimientos de las clásicas titulaciones y que además forma a profesionales con un perfil más integral e internacional. Además, en el cuarto curso, puede elegir su especialización (nuevos medios, contenidos audiovisuales, marketing y publicidad o comunicación política y corporativa).

Por otro lado, esta misma universidad también oferta el Grado en Artes Digitales, pionero en nuestro país, que ofrece contenidos de herramientas tecnológicas aplicados al proceso de creación digital (con asignaturas como fotografía, creatividad, edición y montaje audiovisual, marketing, programación web, ilustración digital, desarrollo 3D o industrias creativas). En tres años, da respuesta a la formación de creadores de contenidos digitales capaces de liderar procesos de cambio y nuevos modelos de comunicación en las organizaciones.

En definitiva, para quién esté planteándose comenzar o retomar sus estudios en el ámbito de la comunicación, ya existen interesantes opciones con las que salir al mercado laboral con una formación más completa y dirigida a la demanda actual y real de las empresas.

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